Las herencias han existido prácticamente desde que hay hombres y mujeres en el mundo. Y también las herencias curiosas, como las que están condicionadas a que los herederos cumplan con alguna condición estrambótica. Algunas personas han dejado toda su fortuna a una mascota y hay quienes han pasado de la noche a la mañana a ser millonarios gracias a la herencia de un pariente del que ni tan siquiera conocían la existencia. Pero, sin llegar a situaciones tan extremas, hay herencias inesperadas que pueden darnos algunos quebraderos de cabeza.
Una de estas herencias que pueden darnos que pensar son los montes. Esto es algo habitual en zonas en las que hay muchas tierras que no se trabajan, sino que están plantadas con árboles que se venden a las madereras. El problema cuando se hereda un terreno de monte es saber exactamente cuál es la situación ya que en muchos casos no se lleva un buen registro del tema. Lo más sensato, en el caso de que la delimitación del terreno no esté clara, es dejar todo en manos de una gestoría especializada para que nos diga exactamente qué tierras nos pertenecen. Tras esto, podemos hablar con una empresa maderista Galicia y valorar las posibilidades que tenemos: vender el terreno, alquilarlo, vender la madera etc. Tal vez, lo que nos parecía que era un marrón, acabe siendo un buen pellizco que nos llevamos de manera inesperada.
Otra herencia que puede sonar rara es la titularidad compartida de una casa en el pueblo. Muchos pueblos cuentan con una casa que pertenecía a los abuelos o a los bisabuelos y que estos han ido pasando a los hijos y estos a los suyos. Al final, podemos encontrarnos con una casa que compartimos con un buen montón de primos pero que nadie usa. Lo mejor en estos casos es tratar de comunicar con todos estos familiares y proponer la venta de la propiedad. En ocasiones, alguno de los familiares puede querer adquirirla para usar como segunda residencia o para retirarse tranquilamente en el pueblo. O puede resultar interesante para otra gente del lugar. La mejor de las posibilidades viene de la mano de pueblos que se han convertido en lugares de interés turístico, lo que nos puede permitir vender la casa a alguna empresa que la explote como vivienda rural, sacando un buen dinero por ella. Incluso repartiéndolo entre varios, siempre es dinero inesperado que viene bien.