Cada vez que camino por las calles de Ponteareas, me detengo a admirar los árboles que enmarcan la villa del Corpus, con sus copas alzándose majestuosas contra el cielo gallego. Como alguien que ha aprendido a valorar la presencia de estos gigantes verdes, sé que su belleza y fortaleza no son un regalo de la naturaleza que se mantiene solo. Hace unos meses, mientras paseaba por un parque, vi a un equipo trabajando en la poda de árboles en altura en Ponteareas, y me quedé fascinado por la destreza y el cuidado con los que trataban a esos colosos. Aquella experiencia me llevó a reflexionar sobre la importancia de mantener estos seres vivos no solo por su estética, sino por la seguridad y la vitalidad que aportan a nuestro entorno.
Podar un árbol de gran porte es una tarea que combina arte y ciencia. No se trata solo de cortar ramas, sino de entender la biología del ejemplar, su estructura y su relación con el entorno. En Ponteareas, donde los jardines y espacios públicos son un orgullo colectivo, los profesionales que se encargan de esta labor emplean técnicas que respetan la salud del árbol y minimizan el impacto ambiental. Utilizan herramientas precisas y, en muchos casos, sistemas de trepa o plataformas elevadoras para alcanzar las ramas más altas sin dañar el tronco o las raíces. Lo que más me impresionó al observar aquel trabajo fue la atención al detalle: cada corte estaba pensado para favorecer el crecimiento natural del árbol, evitar enfermedades y reducir el riesgo de que una rama pesada cayera durante una tormenta.
El mantenimiento de estos gigantes no solo tiene un propósito estético, aunque nadie puede negar el placer de contemplar un árbol bien cuidado, con su silueta equilibrada recortándose contra el horizonte. En una villa como Ponteareas, donde las fiestas y los eventos al aire libre son parte de la identidad, los árboles sanos contribuyen a crear espacios acogedores y seguros. Un árbol mal mantenido, con ramas secas o debilitadas, puede convertirse en un peligro, especialmente en una región donde los vientos y las lluvias son frecuentes. Los expertos en poda evalúan la estabilidad de cada ejemplar, eliminando riesgos sin comprometer su longevidad, lo que permite a los vecinos disfrutar de parques y plazas sin preocupaciones.
Lo que me conmueve de este trabajo es el respeto por la naturaleza que implica. Los profesionales no solo se centran en la seguridad o la estética, sino en la sostenibilidad. Utilizan métodos que evitan el uso de químicos agresivos y, en muchos casos, reciclan los restos de poda para compost o mantillo, devolviendo nutrientes al suelo. Este enfoque me hace sentir que, al cuidar de los árboles, también estamos cuidando del futuro de Ponteareas, asegurando que las próximas generaciones puedan disfrutar de los mismos paisajes que nosotros. Cada árbol podado es un acto de equilibrio entre la intervención humana y el respeto por la vida natural.
Mientras paseo por las calles de la villa, con el murmullo de las hojas acompañando mis pasos, pienso en la labor silenciosa de quienes mantienen vivos a estos gigantes. Su trabajo no solo embellece nuestro entorno, sino que lo hace más seguro y habitable. Los árboles de Ponteareas son más que un adorno; son testigos de nuestra historia, refugios de sombra en los días de calor y recordatorios de que la naturaleza, cuando la cuidamos, nos devuelve el favor con creces. Observar un roble o un castaño bien podado, con sus ramas extendiéndose en armonía, es una invitación a detenerse y apreciar la vida que nos rodea.