Aísla el exterior y conserva la temperatura ideal sin esfuerzo extra

La pintura térmica fachadas en Sanxenxo se ha convertido en el nuevo secreto a voces entre quienes quieren ver su casa mejor protegida y, de paso, ahorrar unos eurillos en la factura de la luz. Empecé a escuchar comentarios de gente que, tras aplicarla en sus muros, notaba cómo el calor se mantenía en el interior incluso cuando afuera hacía un frío que pelaba. Me picó la curiosidad y me puse a investigar sus ventajas.  

La primera sorpresa llegó al descubrir que está compuesta por microesferas capaces de reflejar parte de la radiación solar. En otras palabras, cuando cae el sol a plomo en verano, la fachada no se calienta como un horno, y eso se traduce en menos calor dentro de casa. Y en los días de invierno, cuando la temperatura desciende, la pintura ayuda a retener el calor en el interior en lugar de dejarlo escapar por cada pared. Me lo pintaron como si fuese una especie de chaqueta térmica para el edificio, y la verdad es que no se aleja mucho de la realidad.  

Otro aspecto que llamó mi atención es su capacidad para repeler la humedad. En una zona costera como Sanxenxo, donde la brisa marina y la niebla se hacen notar con frecuencia, encontrarse con muros llenos de moho o con fisuras por la condensación no es raro. A los que odian ver manchas verdosas asomando por las esquinas, les viene genial saber que esta pintura incluye propiedades que evitan la proliferación de hongos y resisten el paso del tiempo sin tener que hacer retoques cada dos por tres.  

Aunque pueda sonar demasiado bueno, me han contado anécdotas de gente que, tras la aplicación, notó un ambiente más uniforme en toda la casa. No había tantas diferencias de temperatura entre las distintas habitaciones, como si la pintura ayudara a repartir mejor la calidez del salón hasta el dormitorio. Y, claro, cuando uno está a gusto en su hogar, se ahorra la necesidad de poner la calefacción o el aire acondicionado a máxima potencia.  

Además de su eficacia, parece que el tema estético también se cuida. Nadie quiere una fachada recubierta de un producto que sea supermilagroso pero deje un color raro o un acabado feo. Resulta que esta pintura está disponible en distintos tonos, y su aplicación no es muy distinta de la pintura convencional. El truco está en preparar bien la superficie y dejar que se seque el tiempo suficiente para que se adhiera con firmeza.  

He oído a más de uno que pensaba que una pintura de este tipo costaría un ojo de la cara y que no merecería la pena. Luego, al hacer números, se dio cuenta de que, entre el ahorro energético y el menor mantenimiento de la fachada, la inversión se amortiza a medio plazo. Y, oye, si puedes tener la casa con una temperatura más agradable sin tener que vivir pendiente del termostato, no suena mal.  

La aplicación profesional también tiene su relevancia. Lo ideal es contar con expertos que analicen si la superficie necesita una capa de imprimación o una reparación previa de grietas, ya que todo influye en el resultado final. Afortunadamente, la mayoría de empresas que trabajan con este tipo de pintura ya tienen experiencia en el campo y saben cómo actuar.  

Cuando le preguntas a la gente si notó de inmediato los efectos, algunos te dicen que sí, que casi al día siguiente ya sentían menos bochorno a mediodía, mientras que otros aseguran que se nota más de cara al invierno. Lo que parece claro es que esa capa inteligente que protege la fachada termina siendo un gran aliado para la vida diaria, y de paso, contribuye a la salud del edificio.  

Muchos se sorprenden al descubrir que, pasados unos meses, la factura de la calefacción deja de dispararse en los meses fríos. Como no se escapa tanto calor por las paredes, el consumo energético disminuye, y la economía familiar lo agradece. Más cómodo y más barato, suena una combinación bastante apetitosa.