Cuando llegan los momentos más difíciles, como el fallecimiento de un familiar, es bueno saber en quien confiar. Porque yo soy de esos que prefiere hacerlo todo a su manera, cargando con la responsabilidad, pero no siempre es buena idea. Es una mala forma de interpretar la responsabilidad. En ocasiones, ser responsable supone saber delegar, especialmente cuando no tienes tiempo y/o no estás en condiciones de lidiar con una situación.
Es lo que sucedió con el fallecimiento de un familiar. Decidí que yo era la persona indicada para gestionar todo el asunto, desde el propio enterramiento a los trámites burocráticos sin tener conocimiento suficiente para hacerlo. Por suerte, antes de que fuera demasiado tarde, recibí un consejo de Tanatorio en Zamora ciudad que me permitió delegar buena parte de las tareas.
Servicios como estos se encargan de ofrecer una asesoría y asistencia tanto legal como práctica en relación a todo el proceso funerario. En mi caso, lo que mejor me vino fue la parte legal que desconocía y es bastante más complejo de lo que parece. Por un lado, están todos los certificados que hay que tramitar, como el de defunción o la baja en el sistema público sanitario. Y también hay que tener en cuenta todo el aspecto relacionado con la herencia que a menudo despierta muchas dudas.
Para las familias es un momento delicado en el que mezclarse con temas económicos no es lo más indicado. Y puedo dar fe por experiencia propia que no es el momento más propicio para esas cuestiones. Por eso, yo acepté la oferta del Tanatorio en Zamora ciudad para recibir una asistencia jurídica básica en esos momentos.
De esta forma me vi liberado de tiempo para encargarme de otros menesteres, más a nivel práctico relacionado con el aviso de los familiares y la organización del sepelio. En este sentido, recomiendo a todo aquel que se encuentre en una situación similar a la mía que escuche primero las opciones que ofrecen las funerarias antes de optar por hacerlo todo uno mismo porque no es el mejor momento para la improvisación.